De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, (INEGI, EDN 2021) y el estudio de demografía de los negocios, cada año un aproximado de 400 mil nuevas unidades económicas inician operaciones a lo largo y ancho de Mexico con la esperanza de lograr consolidar su presencia y productos en el gusto del público, de este universo de nuevas empresas las cooperativas no figuran en la estadística.
La sociedad cooperativa en comparación a los otros tipos de figuras organizativas tiene claras ventajas que le dan sus características de ser organizaciones sin fines de lucro y eso les permite tener acceso a ciertos beneficios como créditos blandos, exenciones fiscales, apoyos en algunos casos de financiamiento del estado a fondo perdido y asesorías para los integrantes, buscando una profesionalización de la actividad económica a la que se dedica la organización.
Cuando nace alguna cooperativa sin importar a que se dedique tiene que competir como cualquier ente economico, es en este momento que el liderazgo asume un papel fundamental para dirigir, orientar, influir, desarrollar y lograr la sostenibilidad que permita a la nueva cooperativa continuar operando sus actividades económicas.
Si bien es cierto el artículo 34 de la LGSC, establece que: La dirección, administración y vigilancia interna de las Sociedades Cooperativas, en general, estará a cargo de los órganos siguientes:
I.- La Asamblea General;
II.- El Consejo de Administración;
III. El Consejo de Vigilancia;
Es decir, la ley confiere un lugar preponderante a los Consejos de Administración y Vigilancia como órganos de gobierno, responsables del ejercicio y administración de la cooperativa, de su vocación democrática y social.
En estas circunstancias estos órganos de gobierno tienen un liderazgo formal en la conducción de la cooperativa, pero que pasa cuando la cooperativa no tiene el suficiente número de socios, para integrar estos órganos. (Para las sociedades de consumidores o productores se requiere un mínimo de cinco personas. Para las de ahorro y préstamo se necesitan, al menos, 25 miembros).
El Consejo de administración debe estar compuesto, por lo menos, por un presidente, un secretario y un vocal. Si la sociedad se compone por menos de 10 miembros, solo es necesario nombrar a un administrador.
Como se puede apreciar el nombramiento de un administrador, recae en aquel socio que reúne las características de liderazgo y reconocimiento de los demás asociados, se le considera con las mayores capacidades para gestionar la actividad económica, crear las condiciones para su sostenibilidad y desarrollo e implica su punto de vista sobre la forma de gestionar la empresa, es decir trabaja sobre su visión personal, esta puede ser aceptada total o parcialmente, mientras de resultados y logre sacar a flote la cooperativa los demás asociados estarán apoyando el esfuerzo.
Cuando uno revisa la literatura sobre el cooperativismo, parece que todas las cooperativas nacen grandes, con procesos establecidos, con una estructura organizacional definida y con los recursos necesarios para sostenerse, pero eso no es asi, en el nacimiento al igual que todas las organizaciones económicas que inician, tienen muchas carencias y los socios que participan en la fundación de la misma tienen que aportar no solo la parte social, su esfuerzo va siempre más allá de lo que se reconoce normalmente, pero “en el caso del líder, no solo pone su esfuerzo, el cual puede tener un sueldo, pone su visión personal, su tiempo laboral y familiar, su energía y compromiso, su ética y valores, sus capacidades y tolerancia, el desarrollo de sus asociados, su formación y habilidades”, solo con este tipo de compromiso personal, se logra que la cooperativa vaya creciendo y adquiera estabilidad.
Este tipo de liderazgos son los que muchos años después pueden presentar organizaciones fortalecidas y con recursos, en cualquiera de las actividades económicas: sean de producción, consumo o ahorro y crédito.
Sin embargo, al llegar la cooperativa a cierto nivel de desarrollo y desahogo financiero, el liderazgo enfrenta cambios, sean estos porque se cansó o por que el nivel de exigencia de las nuevas circunstancias de la organización requieran modificaciones que implican riesgos y que el líder no está dispuesto a enfrentar por haber llegado al límite de sus capacidades o de ciclo de desarrollo, sea por los años transcurridos o porque las condiciones han cambiado y no logró transitar en esa etapa, es en este momento donde identificamos liderazgos que dejaron que el tiempo se llevara las oportunidades.
En estos casos es común ver consejos de administración y vigilancia, totalmente integrados con nuevos socios y que se convierten en una constante fricción para este tipo de liderazgos con sus capacidades en decadencia o por agotamiento, por lo que se inicia una nueva etapa donde se convierten los órganos de gobierno en liderazgos intercambiables donde hay momento que los consejos dominan la escena y quieren asumir el control y direccion operativa de la cooperativa y generan alianzas perversas con empleados y socios para tener ese control, en otros momentos vemos los liderazgos formales en la figura de los gerentes o directores que buscan permanecer o controlar la insurgencia de los consejos sea para encauzar sus inquietudes o para renovar su participación y en los dos casos la asamblea general se convierte en el fiel de la balanza.
Cuando encontramos este tipo de situaciones en una cooperativa es claro que ya tienen un problema de gobernabilidad, no es fácil para estas organizaciones asumir que tienen problemas y que requieren apoyo experto para resolver temas que van más allá de tener un reglamento de ética y de control, la situación se puede complicar si la cooperativa solo realiza actividades educativas para justificar el que está cumpliendo con los principios y valores cooperativos, algo muy común en la vida de estas organizaciones que se dedican a una ligera difusión de los principios y valores, sin formar a sus socios en una filosofía cooperativa, cuando más, los educan para el uso de los servicios que la organización proporciona.
De esta forma el liderazgo encuentra una gran contradicción al querer socios con un buen nivel de conocimientos de las actividades que realiza la cooperativa, sin dedicar presupuesto y acciones para formar a: empleados, dirigentes, socios, proveedores y demás personas vinculadas con la organización.
En el caso de los integrantes de los órganos de gobierno, en la medida que la cooperativa les puede proporcionar apoyos y beneficios, se visten de reformadores sociales en temas que saben no tienen riesgos, son críticos del liderazgo formal del gerente o director con el argumento que ya tiene mucho tiempo en el puesto y generan una participación de grupos de socios donde lo que permea es una aparente obediencia a las normas, facultándose ellos mismos como los intérpretes de las normas externas e internas, para estar en condiciones de generar procesos educativos que parecen, fomentar la democracia y transparencia en una aparente rectitud y cuidado de las leyes que rigen al sector y sus actividades económicas.
Es asi que los socios solo reciben una mínima cultura democrática cooperativa, de forma natural los grupos interesados en el control inician un proceso de ocultamiento de la información básica que se debe entregar a los socios de la cooperativa, vulnerando los derechos de los asociados.
Como se puede apreciar el liderazgo es fundamental para el desarrollo de las cooperativas, sin embargo, es muy recurrente en la literatura y eventos cooperativos hablar del potencial del sector, de su compromiso social, de cómo contribuye al empleo y la economia, pero el liderazgo es el gran ausente en el análisis socio economico del sector social.
Author: Moisés Ayala
Aliado de PINOS, Consultor Independiente, Experto en cooperativismo y Economía Social