Lealtad Cooperativa
He observado que diferentes marcas —inclusive algunas cooperativas de ahorro y crédito— otorgan a sus clientes —o socios— beneficios especiales para premiar su lealtad.
Sin embargo, si analizamos la mecánica para obtener estos premios, en la mayoría de los casos se otorgan en función a las compras o transacciones realizadas.
Todo esto me parece bien, pero creo que el término “lealtad” es más profundo y tal vez, inclusive más difícil de premiar.
Quiero compartir mi opinión respecto a lo que representa esta virtud y su aplicación práctica en las cooperativas en el entendido de que la única forma de crear lealtad de socios, dirigentes o colaboradores es a través de la formación.
Ya lo dice una frase muy común en el argot de cultura organizacional: “Nadie ama lo que no conoce”.
Empezaré afirmando que la vida en las cooperativas es similar a la vida de las personas, tiene sus altas y sus bajas.
Hay etapas de estabilidad, de tranquilidad, de progreso, pero también hay otras donde se tienen que afrontar adversidades muy fuertes.
Supongamos que una cooperativa entra en crisis.
Por ejemplo, un problema en la administración del crédito puede provocar varios efectos: Un alto índice de cartera vencida, la constitución elevada de reservas para riesgos crediticios, déficit (pérdidas acumuladas en el ejercicio), falta de liquidez, etcétera.
Pero no todos los problemas son de índole financiero también los hay sociales. Es el caso cuando quiebra una Caja en algún lugar del país y de inmediato se deteriora la imagen de las demás Cooperativas que forman parte del sector.
Y otros casos como problemas graves de control interno —un fraude, por ejemplo— o inclusive problemas de gobernabilidad.
Ejemplos como esos desestabilizan a la cooperativa y es cuando aparece una reacción natural que tenemos los seres humanos: El miedo.
Si un socio empieza a escuchar rumores u observa señales de que hay problemas en su Caja, lo más natural es que desee retirar sus recursos de ésta y llevarlos a un lugar más seguro.
En ese mismo caso, si quienes lo perciben son los dirigentes o los colaboradores, la reacción natural es renunciar.
En pocas palabras, cuando hay problemas, la tendencia natural es dejarlo todo y salir corriendo de ahí lo más pronto posible, pero es en ese momento en el que se prueba la verdadera lealtad.
Dicen que en los momentos difíciles es cuando se conocen a los verdaderos amigos y en las cooperativas no es la excepción.
La lealtad cooperativa no se refleja solo cuando el socio prefiere y hace uso de los servicios y beneficios de la Caja, también se refleja en los momentos de tribulación.
Ahora bien, para explicar cómo debiera ser la actitud de los socios, dirigentes y colaboradores en un momento de adversidad en su cooperativa me gustaría compartir un cuento que le escuché al empresario mexicano descendiente de migrantes japoneses, Carlos Kasuga, director general de Yakult una vez que tuve el privilegio de asistir a una de sus conferencias.
El cuento se llama: “El bosque incendiado y el gorrioncito” y más o menos dice así:
“Había una vez un bosque muy hermoso donde vivían muchos animales.
De repente ese bosque se empezó a incendiar y todos los animalitos, presa del pánico empezaron a huir.
Solo un gorrioncito, en lugar de huir, se dirigió hacia el rio, mojó sus alitas, voló sobre las llamas del incendio y dejó caer una o dos gotitas de agua.
Luego vuelve al rio, moja sus alitas, revolotea sobre las llamas y de nuevo deja caer una o dos gotitas de agua.
El elefante lo ve y le dice: “Gorrioncito, no seas tonto, huye, huye como todos nosotros, no ves que te vas a quemar”. Esas gotitas que tu dejas caer no serán suficientes para apagar ese incendio tan grande”
Pero el gorrioncito se voltea y le dice: “No, este bosque me ha dado todo, me ha dado hogar, me ha dado alimento, familia, amigos y, sobre todo, me ha dado felicidad, y no importa que yo me muera en el intento, por simple lealtad voy a tratar de salvarlo”.
Dicho esto, el gorrioncito vuelve al rio, moja sus alitas, revolotea sobre las llamas y deja caer una o dos gotitas sobre el bosque incendiado.
Ante esta actitud, Dios se compadece y deja caer una tormenta tan fuerte que termina apagando el incendio.
Al poco tiempo, el bosque vuelve a florecer y todos vuelven a ser felices, incluso más felices que antes”.
Así como en el cuento, el miedo es muy natural en momentos de crisis, pero también es necesario tomar consciencia y sacar valor de nuestra flaqueza.
Tal vez usted le ha dado tiempo, dinero, esfuerzo, dedicación a su cooperativa, pero también ésta le ha dado mucho: Aprendizaje, valores, servicios, desarrollo, amigos, sea que recibamos un salario o un servicio, con eso hemos podido sostener a nuestra familia.
A lo largo de mis treinta y siete años de laborar en una cooperativa una de las frases más comunes que escuché de parte de los socios fue: “Gracias a Dios y a la Caja tengo esto o aquello”.
Por eso, cuando hay una crisis lo que procede es no abandonarla en los momentos en que más nos necesita.
“Morirnos en la raya” y luchar por reestablecer el orden y la estabilidad de la cooperativa.
Trabajar duro aun a sabiendas de que nuestros pequeños esfuerzos son como esas gotitas de agua que el gorrioncito dejaba caer en el incendio.
Ya lo dijo la Madre Teresa de Calcuta: “Es cierto que nuestras acciones son como una pequeña gota en medio del mar, pero también es cierto que el mar no sería el mismo sin esa pequeña gota”
Y cuando todos, socios, dirigentes y colaboradores nos ponemos a trabajar de forma unida y organizada, es cuando la cooperativa logra superar la adversidad y se fortalece.
Eso tiene un nombre: Resiliencia.
Y cuando haya pasado la tempestad hay que estar consciente que fue nuestra actitud y nuestra lealtad la que generó la ayuda Divina.
Será en ese momento que escucharemos en nuestro interior la voz de nuestra cooperativa que nos dice: “Gracias, porque cuando muchos me abandonaron tú te mantuviste de pie, a mi lado”.
Y eso, es algo que solo Dios puede premiar.